«Don’t forget to Smell The Grass»


¿Y si confiar en tu instinto fuera la decisión más valiente? 

Escuchar a Mary Earps en The Happy Place de Fearne Cotton fue como tener una conversación íntima con una parte de mí misma que a veces intento silenciar: esa voz interior que sabe lo que es mejor para mí, aunque a menudo la ignore por miedo, por presión externa, o por el peso de lo que se espera. Esa voz que algunos llaman intuición o instinto, y que Mary ha aprendido no solo a escuchar, sino a honrar.

La ex guardameta inglesa ha sido, durante años, una figura visible de fortaleza en el campo de fútbol, una líder bajo presión, una referente para millones de mujeres. Y sin embargo, en este episodio, se presenta ante nosotros con una vulnerabilidad conmovedora, narrando cómo supo que retirarse del fútbol internacional era la decisión correcta, incluso si, desde fuera, podía parecer lo contrario.

Me impactó especialmente su forma de contar ese momento no como una huida, sino como un acto de coherencia interna. Como una decisión audaz, sí, pero también profundamente tranquila. Es fácil romantizar la valentía como algo impulsivo o heroico; pero lo que Mary transmite es una valentía que nace del silencio, del parar, del escuchar el cuerpo, la mente, y la vida entera diciéndote: “ya no más, al menos no así”.

Fases de vida: dejar de luchar para poder avanzar

Fearne y Mary hablan de las etapas de la vida como si fueran estaciones. Hay momentos de expansión, de lucha, de ascenso; y otros de retirada, de reflexión, de cambio de rumbo. La sociedad nos empuja a estar siempre “en flor”, siempre alcanzando algo nuevo, subiendo otro peldaño. Pero lo que Mary nos recuerda es que hay un valor inmenso en saber cuándo detenerse. Que el progreso no siempre se mide en medallas o títulos, sino en honestidad y en salud mental recuperada.

Durante la entrevista, Mary confiesa que ha pasado por periodos de oscuridad mental, momentos en los que su identidad, su valor y su lugar en el mundo estaban puestos en duda. Y no por parte de los demás, sino por ella misma. Es algo que resuena profundamente conmigo, porque ¿cuántas veces no hemos sido nuestras peores críticas? ¿Cuántas veces hemos sostenido versiones de nosotras que ya no nos hacen bien solo por miedo a decepcionar?

Lo que me pareció profundamente inspirador fue cómo, a raíz de esa oscuridad, Mary ha cultivado prácticas que la anclan en el presente. Meditación, rutina, gratitud… cosas pequeñas pero poderosas. No como fórmulas mágicas, sino como recordatorios diarios de que estar viva no es un proyecto de perfección, sino una relación constante con lo que somos hoy.

¿Perseguir metas o cultivar sentido?

Una de las reflexiones más provocadoras del episodio fue la idea de que a veces, fijarnos metas demasiado rígidas puede prepararnos para la decepción. Esto no quiere decir que no debamos tener aspiraciones, pero sí que, tal vez, deberíamos revisar desde dónde las construimos. ¿Estamos persiguiendo algo que realmente deseamos? ¿O estamos simplemente intentando alcanzar una imagen que creemos que nos hará valiosas?

Mary lo dice de forma sencilla, pero poderosa: hay que aprender a aceptar no ser buena en todo. En un mundo que glorifica la multitarea, la productividad, y la excelencia constante, aceptar nuestras limitaciones no solo es revolucionario; es sanador. Porque en esa aceptación, también nace la posibilidad de enfocarnos en lo que realmente importa. En disfrutar el proceso, en aprender, en estar presentes.

Yo, que tantas veces me he sentido atrapada entre expectativas ajenas y autoimpuestas, sentí que estas palabras me hablaban directamente. ¿Y si dejar de querer ser “buena en todo” fuera precisamente el camino para empezar a ser feliz en algo?

La euforia de un logro y su impacto más allá del campo

Otro de los momentos más emotivos del podcast fue cuando Mary rememoró el día en que las Lionesses ganaron la Eurocopa 2022. Más allá del logro deportivo, lo que ella subraya es el impacto emocional colectivo que tuvo ese triunfo. Cómo resonó en mujeres de todas las edades, en niñas que por primera vez vieron a otras mujeres levantar un trofeo que antes parecía reservado solo a los hombres.

Esa imagen me emocionó. Porque los logros femeninos en el deporte, en la ciencia, en el arte o en cualquier ámbito, no son solo individuales: son actos simbólicos que abren puertas, que dicen “esto también es nuestro”. Mary lo sabe, y sin embargo, no se aferra a ese momento como un pico irrepetible, sino como una pieza más de su viaje. Y quizás ahí está otra lección: no quedarnos anclados en la cumbre, sino seguir caminando, incluso cuando el camino es menos visible o glamuroso.

Un lugar seguro para ser quien somos

“The Happy Place” no es solo un podcast. Es, como bien dice su creadora Fearne Cotton, un espacio seguro. Un lugar donde se celebra la diferencia, donde se honra la imperfección, y donde se da voz a quienes han aprendido a ver la vida desde otro ángulo. Escuchar a Mary en este contexto no fue solo escuchar una historia de éxito o de transformación; fue presenciar un acto de sinceridad radical, de esos que nos invitan también a mirar hacia dentro.

Fearne, como siempre, teje la conversación con sensibilidad, con preguntas que no imponen, sino que abren. Su labor como entrevistadora —y como creadora de este espacio— es profundamente valiosa en un mundo que necesita más escucha y menos juicio.

Conclusión: confiar en el instinto es volver a casa

Cuando terminó el episodio, me quedé en silencio. Pensando. Sintiendo. Y me di cuenta de que muchas veces he tomado decisiones no porque fueran las que deseaba, sino porque eran las que “tenían sentido” desde fuera. Y que cada vez que me he atrevido a seguir mi instinto —aunque diera miedo, aunque supusiera decepcionar a alguien— ha sido como volver a casa.

La historia de Mary Earps no es solo la de una deportista de élite que decide dar un paso al costado. Es la historia de una mujer que se eligió a sí misma. Que aprendió a escucharse. Que entendió que el valor no está en seguir siempre adelante, sino en saber cuándo y cómo parar. Y que, en ese parar, se encontró.

Quizás no hay decisión más sabia —ni más valiente— que esa.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *